En el año 2003 un grupo de laicos católicos, preocupados por la crisis económica, ética y moral que en esos momentos atravesaba la Nación, decide no mantenerse indiferentes ante los males que afectaban a nuestro país, y que había que desarrollar un proyecto cívico que sirviera para involucrar a dominicanos y dominicanas de bien en la vida política nacional.
Entendíamos que había una gran ausencia de un liderazgo responsable y con sentido patriótico en el ámbito de la política.
En Juan XXIII caben todos los buenos dominicanos y dominicanas, definiendo a los buenos dominicanos como aquellos capaces de anteponer el bien común a sus intereses particulares, los valores éticos a los afectos personales, sin importar su condición social ni sus creencias religiosas.
No es El Capital el importante, no es El Mercado el importante, no es El Trabajo el importante, no es El Estado el importante, no es El Partido el importante. Ahora toca poner el acento en El Ser Humano.
Que el ciudadano se empodere de las cosas que le son propias de su realidad
Que el ciudadano se involucre en las soluciones a los problemas nacionales mediante una actitud participativa y democrática, en la diversidad.